Un símbolo para descubrir y admirar

Todos los templos encierran cierto halo de secreto y misterio dentro y fuera de sus muros. La mayor parte de los que pertenecen al ámbito europeo y cristiano nos han llegado como una transformación y adaptación de la basílica romana. En este caso, seas visitante o turista, tienes ante tu vista una Catedral gótica del siglo XIII. Tal vez procedes de otro continente y te llama la atención su volumen, la accidentada arquitectura que muestra de la cabecera a los pies, toda ella plagada de elementos del arte gótico, con representación de multitud de figuras celestes y terrenales. Muchas se insertan en una escenografía inspirada en elementos naturales, bíblicos, alegóricos, históricos o alusivos a creencias de antepasados; entre tantos componentes, los devotos y eruditos han descubierto multitud de símbolos.

Indudablemente que sentirás necesidad de penetrar en el interior, dentro ya, te encontrarás como rodeado y acogido por el efecto de la luz que, una vez ha traspasados los vidrios de los ventanales, convierte al templo en una especie de arco iris envolvente. Tu guía te explicará multitud de detalles artísticos y decorativos. Te proponemos seguir un hilo conductor que tiene continuidad inesperada y enigmática por todas las partes del templo, así te convertirás en un visitante interactivo, y no te irás decepcionado de esta visita a la Catedral o Pulchra (la bella) como se la conoce popularmente.

Se trata de un elemento decorativo y sugerente que está presente en  Catedrales, monasterios, etc., pero que, en este caso, adquiere connotaciones locales propias. Se compone sencillamente de un jarrón o búcaro conteniendo azucenas, que en la tradición cristiana se ha asociado desde hace siglos con la Anunciación de la Virgen María por cuanto simboliza sus virtudes (la Catedral está dedicada a Santa María). La relación de este acontecimiento con el nacimiento de Jesús, exime de explicar la repercusión que ha tenido su culto y devoción a lo largo de los siglos en la Iglesia católica. Como contraste y curiosidad, se puede admirar en una capilla radial del templo una imagen en piedra policromada del siglo XIII, representa la Virgen de la Esperanza, de la O, que con ésta y otras denominaciones populares se la reconoce habitualmente; representa una segunda versión de la Anunciación. Este acontecimiento tuvo también trascendencia cronológica, puesto que sirvió de referencia para la datación de documentos como un sistema particular de fechar dentro de la Era Cristiana. Aparece en dos modalidades, modo pisano o florentino (e. g. Anno Incarnationis Domini…), que se perpetuaron durante siglos inclusive en documentos del archivo catedralicio.

Este signo se usó con la doble función simbólica y decorativa, que, finalmente, lo adaptará el cabildo como emblema con la específica de sello. Se localiza preferentemente exento, pero también incorporado  como complemento en la escena de la Anunciación. Su inspiración en la Naturaleza le hace comprensible y sencillo a la vez, recordándonos la frase atribuida a Leonardo Da Vinci: La simplicidad es la sofisticación definitiva. Y así es, pues este atributo representa una paradoja frente a los numerosos estudios académicos que tratan sobre la iconografía fantástica, mitológica, de mensajes recónditos de la Catedral que necesitan la explicación de un intérprete. Tiene de particular que se encuentra presente en todos los tipos de soportes existentes en el templo.

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