Historias de piedra en la Pulchra

La parábola de las diez vírgenes

En los tiempos en los que casi nadie sabía leer, los hombres se las ingeniaron para enseñar por otros medios. La pintura y la escultura cumplieron esta función hasta que en la época gótica comenzó a escribirse la historia sagrada esculpiéndola en la piedra de las iglesias y catedrales. Les invitamos, con la ayuda de la editora Paloma Nogués (premio en Ciencias del Espíritu de la Institución Fray Bernardino de Sahagún del CSIC.), a descubrir algunas de esas historias de piedra grabadas en las fachadas de la Pulchra, con un primer trabajo en el que explica “la parábola de las vírgenes prudentes y necias” que podemos ver en la parte superior de la puerta que recibe a diario a todos los visitantes de la Pulchra.

En la arquivolta exterior de la portada derecha occidental de la catedral de León aparecen representadas las vírgenes prudentes y necias.

Cada figura de una portada de la catedral gótica representa a un personaje determinado, y es parte de un capítulo que, a su vez, es parte de un conjunto, un programa que cuenta una historia determinada: la historia de la Iglesia.

La catedral de León conserva, en mejor o peor estado, casi todas sus portadas del siglo XIII, y por eso se ha podido establecer el programa iconográfico que elaboraron las autoridades eclesiásticas de la época y que fue ejecutado por los escultores.

Este programa está compuesto por pequeñas historias, la mayoría inspiradas en el Antiguo o el Nuevo Testamento. En el caso de las figuras que nos ocupan, se trata de la representación simbólica de una de las parábolas más conocidas, la parábola de las diez vírgenes, narrada por Mateo en su Evangelio (25, 1-13):

Probablemente, Mateo, para componer esta parábola, se inspiró en la costumbre judía de las bodas, según la cual, después del compromiso, el novio volvía a la casa de su padre, y preparaba el lugar en el que viviría con su esposa.

La preparación duraba, por lo general, un año, pero no se sabía cuándo regresaría el novio exactamente. Cuando el padre veía que todo estaba preparado, autorizaba a que fuera a buscar a la novia.

En aquella época la fiesta de bodas comenzaba con la llegada del novio a la casa de la novia, acompañado por sus amigos, quienes llevaban antorchas. Entonces, alguien anunciaba la llegada del novio; y la novia, ricamente adornada, salía de su casa acompañada por sus amigas, cada una con una lámpara de barro cocido para alumbrar el camino en medio de la noche; y todos juntos se dirigían a la casa del novio, donde se celebraba el casamiento.

La representación de las vírgenes prudentes y necias es muy habitual en portadas góticas del Juicio Final. Hay muchos ejemplos en Francia: en la arquivolta exterior del Juicio de Reims, en los zócalos de los portales del Juicio de París, Amiens, Sens, Auxerre, etc. Pero quizá la más famosa representación de vírgenes prudentes y necias en una catedral gótica francesa es la de Estrasburgo.

El hecho de que sean cinco las componentes de cada grupo de vírgenes invita a pensar que simbolizan los cinco sentidos. A través de ellos percibimos el mundo y se estimula la actividad de la mente y la conciencia del bien y del mal. Son los cinco sentidos los que hay que mantener alerta para estar preparada cuando llegue «el novio».

Las vírgenes de León tienen muchas peculiaridades en relación con la mayoría de las que se conservan en el arte gótico. En primer lugar, están situadas en la portada del Triunfo de María, cuando el lugar usual de esta parábola es el  portal del Juicio Final. El mensaje que pretende mandar esta alegoría es muy claro: hay que estar siempre alerta y practicar las acciones propias de la vida cristiana, porque nunca se sabe el momento de la muerte. Si no estás preparado, es posible que no seas aceptado para ir al Paraíso en el Juicio Final. Por eso es una parábola que se asocia a la representación del último juicio.

En Chartres están en las arquivoltas de la portada de la Infancia de Cristo, lo que es todavía más inusitado.

Pero también esta parábola se puede relacionar con la muerte. Por eso no es inoportuno verlas acompañando a la Virgen María en el momento de su muerte, pues ella es el ejemplo que debemos seguir en nuestra vida.

En la abadía de Longpont, en la Picardía francesa, ocupan la arquivolta exterior del portal de la Coronación, como aquí en León. También se encuentran en la arquivolta interior del tímpano de Saint-Thibault-en-Auxois, dedicado al Triunfo de la Virgen.

Como vemos, no es privativa de León la existencia de las vírgenes prudentes y necias con sus lámparas de barro en un portal del Triunfo de María. Una explicación que justificaría su presencia en el portal de la muerte de María nos la proporcionan los Evangelios apócrifos (Libro de Juan Arzobispo de Tesalónica, V, siglo VII):

De modo que la idea que difunde Mateo de estar alerta para que no se apague la lámpara enlaza con la imagen de la muerte y con estar preparado en todo momento para que no nos encuentre desprevenidos y sin el aceite necesario.

La tipología de las vírgenes de León es única por la circunstancia de que aparecen sentadas. Sin embargo, el hecho de que cinco de ellas mantengan una copa, la lámpara, en su posición correcta, y las otras cinco la presenten volcada, confirma su identificación como las diez vírgenes de la parábola.

La posición de las vírgenes en la arquivolta tampoco es la habitual. Normalmente, las cinco prudentes aparecen juntas en un lado y las necias en el otro. Aquí alternan, hay dos necias y tres prudentes a la izquierda y tres necias y dos prudentes a la derecha. Eso sí, las prudentes ocupan las posiciones más altas.

Aunque la mala conservación de algunas de ellas impide ver con laridad todos los detalles y, en algunos casos, han perdido alguna de sus manos y el objeto que portaba, podemos apreciar que todas ellas llevan la lámpara en su mano derecha, y en la izquierda, otro objeto, distinto cada una (espejo, libro, flor, ¿pájaro?). Es posible que estos objetos tengan que ver con los sentidos, o con pecados y virtudes, pero, al haber desaparecido algunos y estar estropeados otros, es difícil llegar a una conclusión convincente.

También hay diferencia en los atuendos de unas y otras. Mientras que las prudentes llevan velo y tienen halo alrededor de sus cabezas, las necias llevan corona o nada, excepto la que se mira en un espejo, que lleva la túnica sobre la cabeza, pero a ninguna la circunda un halo. Y si nos fijamos en sus caras, vemos que tienen unas expresiones muy diferentes unas y otras, ya sea elegida o rechazada.

Las dos figuras de la primera dovela tanto a izquierda como a derecha no pertenecen a la parábola en sí misma, sino que parece que son santas, de imposible identificación. Una lleva la palma del martirio y un libro, la otra solo el libro. Son p arte de la compañía que tendrá María en el cielo. Las otras dos arquivoltas están ocupadas por ángeles de todo tipo, el coro celestial que recibe a María cuando llega a la gloria.

La que ofrece las esculturas de las vírgenes prudentes y necias no es la única peculiaridad de las portadas de la catedral de León. Aunque en conjunto, su programa respeta las ideas que dominan la iconografía de las catedrales góticas, en sus detalles muestra una originalidad, de gran naturalismo y expresividad, que hacen de esta catedral una de las más singulares de España.