La Gran Restauración, los proyectos arquitectónicos que salvaron la Pulchra

Descubrimos, con la ayuda del arquitecto Jorge Díez García-Olalla y de la periodista Isabel Barrionuevo Almuzara, la historia y las imágenes de la “Gran Restauración” de la catedral; un resumen de la exposición que podrán ver en la iglesia de San Salvador de Palat del Rey. Y es que el estado de ruina en el que se encontraba la Pulchra obligó a mantenerla cerrada al público desde 1859 hasta 1901. Seis arquitectos trabajaron en León durante 42 años pues, frágil desde su origen, la catedral sufrió, tras cuestionables actuaciones en siglos previos, un irremediable e imparable deterioro que amenazaba a mediados del siglo XIX con arruinar el templo.

La catedral de León siempre fue frágil. Su historia arranca en el solar de las termas romanas del siglo II sobre las que se edificó en el siglo X el palacio de Ordoño II, que cedió su silla regia en el año 916 para sede episcopal. La donación real para edificar una basílica es el preludio de su transformación, ya en el siglo XIII, en el templo catedralicio que hoy conocemos.

Y fue levantada con piedra de Boñar, una preciosa caliza blanca con vetas de arcilla muy sensible a las inclemencias meteorológicas. Y diseñada con inmensas vidrieras, que contribuyeron a aligerar aún más su estructura.

Su fragilidad natural se altera definitivamente en el siglo XVII. En 1631, el Cabildo de la Catedral pide a Juan de Naveda, arquitecto mayor de Felipe IV en Castilla, que repare los desperfectos localizados en el crucero, cerrado con una bóveda de crucería simple. El maestro Naveda informa sobre el “estado decrépito del edificio” y no se limita a la reparación de los daños, sino que plantea un aparatoso proyecto que culmina en una grandiosa cúpula sobre el crucero. El remate barroco, su peso, fue el origen de un sinfín de problemas, ejerciendo unos ‘empujes’ que en el siglo XIX amenazaban con la ruina de la Catedral.

La legislación española sobre conservación del patrimonio del siglo XIX resultó providencial. La Catedral de León fue el primer Monumento Nacional declarado en España mediante Real Orden de 28 de agosto de 1844. Ello comportaba el compromiso de que fueran “por cuenta y cargo del Estado las obras de restauración y conservación”.

En 1859 la Pulchra se cierra al culto para la ejecución de las obras y se abre de nuevo el 27 de mayo de 1901, 42 años después, tras un solemne acto que incluyó algunos de los antiguos ritos de dedicación de los templos catedralicios, como la aspersión y bendición de sus muros con agua bendita, la lectura de la palabra de Dios en el exterior del templo, la unción del altar y, la celebración de una Misa solemne en el Altar Mayor. A la celebración litúrgica se sucedieron tres días de fiestas populares con un amplio programa dedicado al pueblo de León y a quienes lo visitaron.

La historia de esos cuarenta y dos años y la de los seis arquitectos que dirigieron la gran restauración es, sin duda, la historia de una serie de proyectos que salvaron a la Pulchra. Jorge Díez García-Olalla e Isabel Barrionuevo Almuzara han seleccionado y documentado una serie de imágenes que conducen el relato histórico y que formarán parte de un proyecto expositivo del que este reportaje es un adelanto.