La Labor Social de la Pulchra

Hasta finales del S.XVIII, la Catedral de León ofrecía cobijo, comida, asistencia sanitaria, y hasta educación, a cualquier persona necesitada; residente o forastera. Lo hizo con el apoyo del Obispado, de Reyes, Nobles y hasta de Papas, en el propio templo catedralicio o en hospicios y hospitales impulsados y administrados por el Cabildo. Los primeros recursos públicos para la beneficencia llegan con la Ilustración, utilizando en muchos casos propiedades y bienes religiosos desamortizados. Y hasta un siglo después, a finales del S.XIX, no aparece en la ciudad la primera entidad benéfica privada, la Casa de la Caridad, a la que le siguen otras impulsadas por la propia Iglesia Católica, como Cáritas o Manos Unidas, y otras muchas de naturaleza público/privada que han seguido hasta nuestros días la histórica labor social de la Pulchra Leonina.

Ya en el S.Xl, el obispo Pelayo dejó parte de su herencia para la construcción en 1084 de una “albergería” en dependencias de la antigua catedral románica “para que fueran acogidos los pobres, los débiles, cojos, ciegos, desnudos y peregrinos”, como recogen las Actas Capitulares del Archivo Catedralicio (Doc. nº 1236). En 1096, el obispo Pedro hace lo propio con una segunda alberguería en las dependencias de la iglesia de San Marciel (San Marcelo) y su monasterio, origen de los posteriores hospitales de San Marcelo y San Antonio Abad.

En el S.XII el obispo Vermudo también pone en marcha en 1123 (con la ayuda del noble leonés y valedor de la reina Urraca, Don Gómez), el llamado Hospital del Santo Sepulcro -por ubicarse en la antigua Iglesia de Santa Ana, de la Orden del Santo Sepulcro-, que pasa a depender del Cabildo y cambia posteriormente de nombre por el de Hospital de Don Gómez.

A estos primeros “hospitales”, que acogían a todo tipo de personas excluidas socialmente, se suman en el S.XIII y el S.XIV otros, como los de San Froilán, San Benito o la Casa de San Lázaro o “Malatería”, pero todos fueron concentrando sus servicios en el Hospital de San Marcelo, en terrenos de la antigua iglesia leonesa del mismo nombre convertida para tal fin en abadía mediante una Bula del Papa Inocencio IV de 1.254, y que cambia su nombre y cede sus bienes en 1.531 para convertirse en el Hospital de San Antonio Abadpara atender a pobres, enfermos y menesterosos”.

Este Hospital de San Antonio Abad es el único que sobrevive hasta nuestros días, después de que en 1922 se trasladara a los Altos de Nava, donde se levanta el actual Complejo Hospitalario Universitario de León. El 26 de septiembre de 1966, la Diputación compró al Cabildo el Hospital y todos los terrenos adyacentes y permitió que la catedral iniciara la Obra Hospitalaria de Nuestra Señora de Regla (detrás del claustro catedralicio), para dar servicio sanitario al clero y a las personas necesitadas de la diócesis legionense… Pero la historia de los hospitales es tan extensa que formará parte de una segunda entrega de este reportaje en el próximo número.

En este número fijaremos la atención en la “Obra Pía de Nuestra Señora la Blanca”, conocida desde 1.513 como “Arca de la Misericordia” o “Casa de Niños Expósitos”, con la que el Cabildo catedralicio acogió a miles de niños durante más de 500 años, en una labor social que supera con creces, al menos en espacio temporal, la de cualquiera de las modernas ONG´s locales, nacionales o internacionales.

Su origen se remonta a los inicios de la propia actividad catedralicia, en el S.XIII, cuando el Cabildo comienza a acoger a los menores que eran abandonados por sus familias a las puertas de la Pulchra e iglesias adyacentes, en una época de penuria y pobreza, con la esperanza de que la Iglesia los acogiera y les garantizara un futuro y una nueva vida.

Una pequeña talla que representa el cuerpo de un menor envuelto en una mantilla a los pies de la Virgen Blanca (visible aún en la hoja derecha de la puerta central de la fachada occidental), recuerda la misericordiosa labor de la Catedral, que se hacían cargo de los “expósitos” para que fueran bautizados y criados por los clérigos de la Catedral con un mismo y curioso apellido, “Blanco”, por ser considerados hijos de Nuestra Señora la Blanca, titular de la Catedral legionense. En el muro exterior de la fachada norte del claustro también se conserva, tapiada, la hornacina del torno donde se dejaba a los niños expósitos para que fueran recogidos desde el interior por los clérigos.

Don Casimiro Bodelón, responsable de la sección de Menores de la Diputación de León durante 25 años y autor entre otros trabajos de “El Arca de Misericordia y el Hospicio de León. Retazos de historia y vida (1513-1965)”, recuerda que la última ubicación del Arca de Misericordia fue la Casona de Puerta Castillo, con todos los terrenos y anexos de la iglesia Santa Marina “la Antigua”, parroquia expropiada por el Rey a los Jesuitas en 1770 y que, desde entonces, se denomina Santa Marina la Real. El hueco del primitivo torno, ahora convertido en una especie de doble ventana con cristal, es visible aún en la muralla exterior de piedra de la que ahora es la sede del Archivo Municipal de León, del Centro de Interpretación Romano y el buque insignia de la marca ‘León cuna del parlamentarismo”.

Pero la necesidad de nuevos espacios y recursos para la atención social obliga al Cabildo a ampliar las sedes de la Obra Pía y a pedir ayuda a Reyes y Papas. El canónigo J. González en su libro “La Virgen del Camino, de León” (Imprenta Católica, León, 1925), cuenta cómo el Cabildo llegó a pedir permiso a la Santa Sede en 1.514 para destinar parte de las limosnas de la ermita de la Virgen del Camino al Arca de la Misericordia, y cómo en 1.558 el papa Gregorio XIII, a petición del Cabildo, anexionó dos Prebendas para ayudar a sostener la Obra Pía. En la misma obra se relata también la ayuda de algunos monarcas, como el arbitrio de Carlos V de “un maravedí en azumbre” del vino entabernado que se vendía en la ciudad, privilegio que Carlos III extendió a toda la provincia, con lo que se llegaron a recaudar 8.000 ducados en 5 años.

La desmedida ambición de don Rafael Daniel, director del nuevo Hospicio levantado en 1786 por el obispo Cayetano Cuadrillero y Motta (el “Hospicio de San Cayetano”), propició que el Rey obligara al Cabildo a cerrar las instalaciones del Arca de la Misericordia y a entregar, junto con los menores acogidos, todas las pertenencias, prebendas y haberes al nuevo Hospicio. De la Casona de Puerta del Castillo, la Obra Pía del Cabildo se traslada a lo que entonces era un gran solar de 19.962 m2, situado “extramuros” de la ciudad, frente al parque y praderas de San Francisco, que “ocupaba en su fachada principal lo que hoy son los edificios de Correos y el Conservatorio de Música con sus jardines delanteros, hasta el Teatro Emperador, calle Puerta la Reina, así denominada por estar en ella la fachada de la primitiva Fábrica Real de Lienzos con los medallones de Fernando VI y Bárbara de Braganza, fundadores de la misma; hoy ocupa la entrada de la Audiencia Provincial”, según cuenta Bodelón

Al menos, la concentración de recursos en un único Hospicio permitió al Cabildo contribuir con otros 400 reales mensuales a la Casa Asilo de Mendicidad, creada por el Ayuntamiento de León en 1853 y trasladada a su actual emplazamiento en 1915.

El Hospicio pasa a manos de la Diputación Provincial en 1852 por imperativo de la Ley de Beneficencia y amplía sus recursos en 1863 con un departamento dedicado a Maternidad Provincial para acoger a madres sin recursos o a madres solteras repudiadas socialmente y que ingresaban para dar a luz a sus hijos, la mayoría de los cuales se quedaban como “expósitos” en la institución.

La Residencia Provincial de Niños (o “de Huérfanos”, como se la conoce a partir de los años 40), se clausura definitivamente en septiembre de 1.956 tras la apertura de la Maternidad del Estado en la Carretera de Asturias y de la Ciudad Residencial Infantil San Cayetano (CRISC), en la carretera de Carbajal de la Legua (Monte de San Isidro), donde seguirán los Terciarios Capuchinos primero, y los Jesuitas más tarde, haciéndose cargo de la dirección y educación de los chicos mayores de 7 años, hasta que en 1985 son sustituidos por funcionarios de la Diputación, mientras se mantienen las religiosas Hijas de la Caridad en las secciones de lactantes, de chicas y de niños menores de 7 años.

El antiguo Hospicio de San Cayetano, decrépito y casi en estado de ruina, acabó siendo demolido en agosto de 1967. Y la Residencia Infantil San Cayetano también fue clausurada por obsoleta el 3 de marzo de 1993, lo que obligó a realojar a los menores y al personal encargado de su cuidado en viviendas adecuadas para tal fin en Ponferrada y en León.

Desde el 30 de junio de 2004, la Junta de Castilla y León asume el servicio de atención a menores en virtud de la Ley de Transferencias del Estado a las Comunidades Autónomas. Se clausuran las viviendas provinciales y los menores que necesitan atención social son acogidos desde entonces en la red de pisos y residencias dependientes del Gobierno autonómico.